Refiriéndonos más propiamente a Extremadura, es interesante mentar el libro “EL PARAISO MALDITO”, de Iker
Jiménez. Este libro pretendía
en un principio desmitificar la zona de Las Hurdes, aunque al final se limitó a ser un estudio acerca de todo el elenco de misterios que envuelve a esta comarca, dando por válidos muchos de ellos.
Iker Jiménez Elizari
es un periodista
español, responsable de programas como “Milenio 3” en la Cadena SER,
el programa más descargado
de toda la radio emitida en castellano en el 2010 y “Cuarto Milenio”, Medalla de Plata en el Festival Internacional de Cine y Televisión
de Nueva York, también
en el 2010.
El capítulo 9 de este libro, relacionado con la zoología de las Hurdes, puede ser consultado en Google Books: http://books.google.es/books?id=JTq1cTHZB0oC&pg=PA225&lpg=PA225&dq=%22Parais
o+maldito%22+%22zoologia+imposible%22&source=bl&ots=Jv7WErHwwl&sig=unaajT8j
En este capítulo se citan especies propias de la “Zoología
Hurdana”
como la culebra bastarda (que siente
especial predilección por la leche de cabra), la salamantinga (coincidiría
con la salamandra rabilarga - Chioglossa
lusitánica - una especie de anfibio urodelo endémica del noroeste de la
península y completamente inofensiva),
la tarantanchuela hurdana (una
araña de tamaño gigantesco), o el lucero; de este
último, sólo basta con leer el
texto que acompaña a la siguiente imagen (sacada del libro) para saber qué
se dice de él:
El lucero no deja de ser un simple lución (Anguis fragilis); un lagarto ápodo
común en Europa y el este de Asia, al
que
también se le conoce como culebrilla de
cristal y que es totalmente inofensivo. En el artículo “Estudio sobre las amenazas para anfibios y reptiles en Ciudad Real”,
aparecido en la revista Quercus, de marzo del 2003, podía leerse lo siguiente:
“Culebras, eslizones y salamanquesas son especialmente perseguidos por ser
considerados, erróneamente, animales peligrosos y venenosos
para el ser humano”.
La tarantanchuela hurdana tiene mucha similitud con la tarantela,
un baile de origen napolitano que tiene un movimiento muy vivo, acompañado de
canto. En la Edad Media la tarantela era una enfermedad atribuida al picotazo
de una araña; la superstición popular decía que la mordedura de la tarántula
mediterránea (Lycosa tarántula) era
mortal, a no ser que se bailase la tarantela. Parecía ser que los enfermos se
levantaban sin dejar de moverse, poniéndose a bailar y sudando tanto que, allí
donde pisaban, dejaban una huella mojada. De esta forma, descansando cada
cierto tiempo, eran capaces de bailar y sudar durante 24 horas, tras las cuales
sanaban por completo.
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